¿Existen los súperalimentos?

En Estados Unidos se pusieron de moda. Acá hoy se vive un redescubrimiento de los productos naturales.

La alimentación tiene sus superhéroes. Al menos, eso creen los nutricionistas norteamericanos que hablan del poder de los superalimentos. El médico Steven Pratt fue el primero en acuñar este término para referirse a un grupo de alimentos que contiene una alta cantidad de nutrientes cruciales para la longevidad y la prevención de enfermedades. Las manzanas, el brócoli, la espinaca y la soja figuran en la lista, aunque también hay algunos alimentos que a simple vista no parecen tan benévolos para la salud, como el chocolate y la miel. Pratt escribió un libro sobre el tema que se convirtió en best seller, Superfoods: Fourteen Foods That Will Change Your Life (Súperalimentos: catorce alimentos que cambiarán tu vida). En su sitio web cuenta que “los nutrientes que contienen estas comidas ayudan a prevenir y, en algunos casos, revertir los efectos conocidos del envejecimiento, incluidas las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, hipertensión y algunos cánceres”. Sin embargo, para el presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, Edgardo Ridner los superalimentos “son un invento comercial, ni siquiera hay alimentos buenos y alimentos malos”, explica. La nutricionista Karen Cámera, señala que “superalimento es una definición de moda, no científica. Sucede que luego de décadas de auge de comidas muy procesadas, estamos redescubriendo cómo nutrirnos mejor”.

Moda o no, en marzo de este año, los superalimentos revolucionaron la industria editorial sobre dietas en Estados Unidos. Lucy Danziger, triatleta y editora de Self –una revista especializada en salud y fitness-, publicó un libro referido al tema basado en su experiencia: ingiriendo superalimentos y sin ponerse a régimen, bajó 11 kilos en menos de seis meses. Con “The Drop 10 Diet” bajo el brazo, Danziger visitó varios programas televisivos del prime time para develar –aunque sea a medias- el secreto de su libro: cómo perder peso sin privaciones.

“Las prohibiciones, excepto casos muy específicos, carecen de fundamento médico y son contraproducentes. Lo primero que deseamos es lo que nos prohíben -dice Ridner-, por eso todos los colegas deberían eliminar la palabra prohibido de su práctica diaria”.

Nutrientes

Danziger alienta el consumo de treinta alimentos por su aporte de macronutrientes, vitaminas y minerales. Claro que después de leer que, por ejemplo, el brócoli tiene propiedades anticancerígenas y protege la vista, las ganas de comer ensalada se despiertan, pero el mecanismo no es tan simple.

“No es bueno sacar de contexto la función de los nutrientes y trasladarla a un único alimento -aclara la licenciada en Nutrición Mercedes Ayzaguer-. La alimentación puede ser funcional en la medida que tengamos una visión integral y de sinergia entre alimentos: la variedad bien complementada hace a la buena nutrición”.

La misma aclaración vale para aquellos alimentos que se comercializan bajo el rótulo de “milagrosos”, como la chía, la espirulina (un alga) y la maca (una planta). Para Ridner, si bien es bueno enriquecer nuestras comidas con nuevos sabores, “ninguno tiene nada de especial, son un alimento más. Los remedios están en la farmacia, los alimentos en el supermercado”.

Quizás el aporte más valioso del libro de Dazinger, se encuentre en las primeras páginas. Allí habla de dos principios que la ayudaron a bajar de peso. A la hora de controlar las porciones siguió una regla simple: “si se trataba de algo que se pudiese cultivar, podía ingerirlo en cantidades ilimitadas”. Y para saber qué alimentos privilegiar evitó “aquellos que tenían etiquetas” y comenzó “a comer más verduras, frutas, nueces, yogures bajas calorías y quesos”.

Un ejemplo a seguir sería “remplazar las galletitas, fuente de grasas y sodio, por una fruta fresca o un puñado de frutas secas”, sugiere Cámera. Y aquí parece estar la clave, ya que más allá de las etiquetas que se le pongan, un alimento se eleva a la categoría de súper, según Ayzaguer, cuando “es natural, sin procesos industriales y conserva inalteradas sus propiedades originales”.

Nota de la redacción: En la nota dice: Y para saber qué alimentos privilegiar evitó “aquellos que tenían etiquetas”. No se olviden que TODAS NUESTRAS COMIDAS viene con etiquetas nutricionales y con calorías certificadas

Publicado por María Paula Bandera en entremujeres.com el 31.08.2012

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